EDP Rock & Roll 10Km de Madrid. 1ª
2017
Campeonato de Europa de Campo a Través. Samorin. 30ª
Campeonato del Mundo a.l. Londres. 10ª en 1ª semifinal de 5000m
Campeona de España de 5000m. Barcelona
11ª 5000m en Golden Gala Pietro Mennea (Roma)
1ª en 5000m en Campeonato de Europa por equipos. Lille
Subcampeona de España de Campo a Través. Gijón
6ª en 3000m en Campeonato de Europa p.c. Belgrado
Subcampeona de España de 3000m p.c. Salamanca
2016
7ª en San Silvestre Vallecana Internacional. Madrid
9ª en 1500m en el Mitin Ibeoramericano. Huelva
3ª en 3000m en el Campeonato de España en p.c. Madrid
12ª en el Campeonato de España de Campo a Través. Calatayud
2015
5ª en 1500m en el Campeonato de España a.l. Castellón
14ª en el Campeonato de España de Campo a Través. Alcobendas
3ª en la 37ª Carrera Popular Feria de Mijas
2014
1ª en 1000m en el Meeting de Madrid
12ª en 1500m en el Campeonato de España. Alcobendas
2013
6ª en 1500m en el Cameponato de España promesa. Mataró
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Ya huele
el tartán, ya está calentito. Tú ya lo has probado. Fue con motivo del Nacional
universitario de Castellón. ¿Primeras sensaciones? ¿Primeras impresiones?
Acudí a Castellón sin haber empezado a hacer
ningún entrenamiento específico de 5000m ni de pista. De hecho, ni siquiera me
puse zapatillas de clavos. Acudí allí porque quería correr por mi universidad
y, de paso, romper algunas barreras que se fueron creando durante estos pasados
meses de lesiones y falta de entrenamiento (dudas, miedos, etc). También
queríamos comprobar mi estado de forma en ese momento y ese campeonato era una
buena oportunidad para un test de ese tipo. La verdad es que fue una buena
idea. Puede parecer extraño que correr en 17 minutos (teniendo en cuenta la
marca que tengo) y ser cuarta me dejara satisfecha, pero volver a pisar el
tartán con un dorsal puesto, sin ningún tipo de problema físico y volver a
sacar la actitud competitiva me hizo recordar muchas cosas buenas y demostrarme
que voy por buen camino. Me encanta ser capaz de mirar cada resultado con
perspectiva y aprender a valorarlo en función de las circunstancias. Ahora
bien, estoy deseando poder correr un 5000m en forma y competirlo de verdad.
Para ti,
aunque parezca mentira, fue tu debut en este tipo de campeonatos, ¿verdad?
Así es. Nunca participé en un universitario
mientras estudiaba la carrera en la Universidad de Alcalá, nunca surgió la
oportunidad ni me lo planteé. Pero, como ya dije hace unas semanas, si quieres,
las primeras veces no se acaban nunca, y yo, con 28 años, viví mi primer Nacional universitario de pista y fue una muy buena experiencia. Me parece que
es un campeonato que da la oportunidad de competir y medirse a mucha gente y
que debería fomentarse más desde las universidades, ya que el deporte en la
etapa universitaria suele olvidarse un poco, a menos que quieras dedicarte a él
seriamente. Poder ir a un Campeonato de España puede ser un buen aliciente
para no abandonar.
Representaste
a la Universidad Miguel Hernández, de Elche. Cuéntanos cuál es tu relación con
ellos.
Actualmente estoy cursando un máster en
Historia de la Ciencia y Comunicación Científica en esa universidad. Este año
quise volver a estudiar porque me gusta seguir formándome mientras me dedico a
entrenar y tenía ganas de aprender sobre comunicación científica, algo a lo que
me gustaría dedicarme en el futuro. Además, pude compartir el campeonato con el
resto de atletas de esta universidad, que no conocía hasta ese momento, y me lo
pasé muy bien. Fue una muy buena oportunidad para conocer gente y vivir el
atletismo de una manera más distendida por una vez.
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Mucho se
ha hablado en estos últimos años sobre tus estudios, pero mucha gente aún no
conoce sobre ello, pues ahora te ven competir a alto nivel. Eres bióloga con un
máster Erasmus Mundus en Biología Evolutiva. Háblanos de tu carrera
universitaria, de lo que te llevó a cursarla.
Admito que cuando acabé bachillerato no tenía
muy claro lo que quería estudiar. Recuerdo que me decanté por la Biología
porque me gustaba aprender todo lo relacionado con ese ámbito, quería
comprender mejor qué somos y dónde estamos, y porque pensé que los idiomas y el
deporte (mis otras dos opciones en mente en ese momento) podría incorporarlos a
mi vida de otras maneras (y así lo hice).
Durante la carrera no me atreví a irme de
Erasmus porque pensaba que dejaría el atletismo si me iba, pero es algo que se
me quedó pendiente y cuando tuve que buscar un máster decidí que era el momento
de salir fuera, no podía dejar eso sin hacer en mi vida. Solicité un Erasmus
Mundus, un programa europeo de dos años en cuatro países (¡los hay de todas las
disciplinas y animo a todas las personas que estén estudiando a informarse
sobre ellos!) para el que salen unas 25 plazas cada año en cada máster y para
estudiantes de todo el mundo. No pensaba que me lo fuesen a conceder. Por eso,
cuando fui seleccionada para el máster en Biología Evolutiva que había
solicitado, no lo dudé y me lancé a ello, esta vez con la convicción de que no
iba a dejar de entrenar y sabiendo que sería una etapa muy importante en mi
vida. Y así fue.
Aprendí muchísimo, en muchísimos sentidos. Viví, trabajé, viajé, entrené y me demostré a mí misma que era capaz de muchas
más cosas de las que pensaba. Académicamente di un paso adelante muy grande,
porque todo lo que cursé estaba mucho más actualizado que en España, sobre todo
en el ámbito práctico, y pude realmente conocer la investigación, cómo funciona
su sistema, cómo es esa vida y qué se está investigando actualmente en los ámbitos
de la Biología que más me interesan (Ecología, Genética de Poblaciones,
Conservación y Biodiversidad). De hecho, formé parte de dos investigaciones que
dieron lugar a mis dos trabajos de fin de máster, ambos en genética de
poblaciones (uno de pájaros y otro de caracoles). Sin embargo, al acabar sentí
que no tenía la motivación suficiente para abordar el doctorado y, en cambio,
tenía muchas ganas de apostar por el atletismo. Esa es la razón por la que
volví a España y a Guadalajara.
La jugada salió bien, pero no puedo ni quiero
desvincularme del ámbito académico y sigo teniendo la necesidad de seguir
formándome, aunque ahora mi dedicación sea la de deportista. Nunca me he sentido
cómoda encasillándome en las categorías de “Ciencias” o “Letras” y a base de
buscar, pensar y leer creo que voy encontrando mi sitio y desde este año curso
un Máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica con el que estoy
aprendiendo y disfrutando muchísimo y parece que, después de tantos años, voy
encontrando mi lugar, aunque sé que aún me falta mucho, sobre todo experiencia.
El año pasado, además, cursé un posgrado de la
UNED en Sostenibilidad y Educación que también me abrió un abanico de
posibilidades muy interesante. En definitiva, la comunicación en ámbitos de la
ciencia y el ecologismo, ya sea con fines educativos o divulgativos (que
realmente están muy próximos), es el medio, profesionalmente hablando, en el
que me gustaría moverme cuando acabe mi vida deportiva. Y, sin embargo, quién
sabe dónde acabaré...
Los últimos
años los pasaste en diversos países de Europa. ¿Cómo te resultó la experiencia?
Como ya he adelantado antes, cursar ese máster
ha sido hasta ahora la experiencia de mi vida. Viví un semestre en Groningen
(Países Bajos), otro en Munich (Alemania) y el segundo año en Montpellier
(Francia). Era mi sueño desde muy pequeña, vivir fuera, en otros países de
Europa, conociendo otras formas de vida, de convivencia, tradiciones, cultura,
gastronomía, idiomas,… Y no me defraudó. Si bien no pude llevar la “vida
Erasmus” por mi determinación por seguir entrenando y porque la exigencia del
máster no nos dejaba mucho tiempo ni energías a ninguna de las personas que lo
cursábamos (aunque españoles, italianos y mexicanos, sobre todo, sabían cómo
encontrar momentos para todo), llevé la vida que quería y pude captar la
esencia de cada lugar en el que viví.
Moverse en bici por Holanda es una absoluta
gozada y me da una envidia tremenda ese sistema que han logrado crear en el que
el ciclista está completamente integrado en el tráfico de la ciudad. Su
gastronomía y su clima no los envidio para nada, pero está claro que allí son
felices y el gobierno los tiene bien cuidados. Su carácter es un poco cerrado,
pero son afables y yo pude compartir algún viaje con los atletas y hacer
Coachsurfing en algunas casas y lo pasé muy bien con ellos, que admiran nuestra
cultura.
En Munich
viví por primera vez en una gran ciudad y descubrí que ir en metro a diario
no es lo mío. Tenía un bosque inmenso por el que entrenar al lado de casa y
disfruté del atletismo de la región de Bavaria, que está llena de pueblitos que
vale la pena visitar y que tengo pendiente recorrerla en bici.
Y en Montpellier encontré mi lugar. Si bien no
es la ciudad en la que me quedaría a vivir, allí encontré el ambiente de ciudad
pequeña, pero viva y cerca de la naturaleza, gente estupenda y un idioma que me
encanta. Además, estaba cerca de España, lo que me facilitó venir a competir
más a menudo.
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Dicen que
hay que salir de casa para valorarla en su justa medida. ¿Cómo viste tú ese
"mundo exterior" en comparación con el de casa?
A mí me sucedió exactamente eso. Me encontré
fuera de España echándola de menos.
En los tres países encontré una cultura
deportiva más arraigada en la población, desde personas mayores que siguen
vinculadas a los clubes de atletismo, hasta unas bases muy disciplinadas,
pasando por muchos universitarios (y universitarias) que continúan entrenando
por diversión y sin renunciar al otro ocio propio de ese periodo. La oferta de
actividades deportivas y carreras con fines realmente recreativos es muy grande
y en ellas participan personas muy diversas sin realmente ninguna intención de
demostrar nada, solo disfrutar.
Las ayudas a los jóvenes en Holanda, por
ejemplo, son todavía impensables en nuestro país. Allí, como en otros países
nórdicos, reciben subvenciones por estudiar y para que puedan independizarse
durante ese periodo, lo que les permite llevar una vida mucho más dinámica,
aprender antes a vivir por su cuenta y viajar o no renunciar a muchas
oportunidades.
La cultura gastronómica y el amor por su tierra
son muy evidentes en Alemania y, sobre todo, en Francia, donde se enorgullecen
de cada queso, cada pueblo medieval y cada parque natural que tienen. Eso crea mucho arraigo y respeto por lo que se tiene.
Pese a todo ello, yo echaba de menos el calor
de España, tanto el del clima como el de las personas. Aquí somos más cercanos,
nos necesitamos más o lo manifestamos más, porque no creo que seamos tan
diferentes, pero si todos los de fuera me transmitían esa admiración por
nuestro carácter será porque algo tenemos. Fuera me di cuenta de la importancia
que le doy a mi red de personas, aunque luego aquí no la cuide lo suficiente, y
de que un idioma es mucho más que un conjunto de palabras y una gramática que
las ordena.
A pesar de todo esto que digo sé que si el
futuro o mis ganas lo demandan, volveré a salir, porque me encanta, aunque una
vez fuera extrañe mi casa.
Durante
todo ese tiempo estuviste compaginando estudios y entrenamientos y competiciones.
¿Te resultó fácil? ¿Qué es lo que te parecía más complicado?
No fue fácil compaginar todo eso. No lo es
estando en casa, así que estar fuera y cursando algo exigente supuso una
dificultad añadida. Sin embargo, creo que cuando elegimos consciente y voluntariamente
un camino y sabemos de antemano cómo va a ser, la manera de atravesarlo hay que
asumirla y tratar de integrarla en la vida, en ese momento en el que, pese a
las dificultades, también estás viviendo, y no se te puede olvidar. Las
dificultades son parte de la experiencia y, si algo tengo claro, es que esa
etapa de mi vida me dio muchísimos aprendizajes que me he podido traer de
vuelta y que creo que son parte de la fuerza y la confianza que he ido ganando.
Lo más complicado era llegar a todo. El tiempo
es limitado y hay que administrarlo muy bien para poder sacar adelante
trabajos, proyectos, entrenamientos, competiciones y una vida en la que tienes
que comer, dormir y gestionar papeles varios. Admito que no soy la mejor en
hacer estos malabarismos con el tiempo y, sin embargo, sobreviví.
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Desde
hace tiempo te vamos viendo muy activa en defensa de lo que nos rodea, de la
vida, del planeta. ¿Te parece posible
que el ser humano esté obrando tan mal con su propio habitat, con el pasado, el
presente y el futuro?
Desde que tengo memoria he tenido algo con la
naturaleza que aún me cuesta explicar. Siempre he sentido curiosidad por la
vida, por los escenarios que se han conformado en la Tierra y que son el hogar
de tantos seres y que, además, nos proporcionan todo lo que necesitamos para
sobrevivir. Es una organización tan compleja, tan bella y tan coordinada que
creo que de pequeña asumía que había algo sobrenatural detrás, como si
percibiese la vida al estar frente al mar o dentro de un bosque. Esta belleza
me tiene fascinada desde siempre y no solo quise estudiarla, sino que no
concibo otra forma de estar sobre el planeta que respetándolo, por lo menos, y
rindiéndole homenaje de vez en cuando, además. Sin embargo, y por desgracia,
acabo pensando que es hasta normal que nuestra especie destroce su propio
hogar. Desde hace miles de años estamos siguiendo un proceso de alejamiento de
lo esencial, del campo, de los recursos naturales, de los cuidados mutuos, de
la obtención de alimentos, de compartir lo que tenemos,… Y todo se debe a
nuestra inteligencia, paradójicamente. Hemos sido capaces de domesticar plantas
y animales, desarrollar tecnología y modificar nuestro entorno a lo bestia.
Esto parece que nos ha facilitado la vida, pero, aunque en parte es así,
también la está destruyendo, porque estamos agotando algunos de los elementos
que están en la base de nuestra supervivencia como muchas especies, los suelos
fértiles, el equilibrio de los ciclos del agua y de algunos minerales o la
propia comprensión de que necesitamos todo esto para que nuestra especie
perdure en el tiempo. A veces dudo de que esto tenga solución, pero en parte
sigo confiando en que la educación, al aportarnos conocimiento, nos da la
oportunidad de cambiar el rumbo de nuestras acciones y emplear nuestra
inteligencia para fines constructivos, como ya hacen muchas personas en todo el
mundo.
¿Qué
acciones contundentes consideras necesarias para tratar de conseguir un cambio
de rumbo para nuestra Tierra?
Las acciones contundentes tienen que hacerse a
nivel gubernamental en cada país y a escalas mayores, como desde la Unión
Europea o la Organización de las Naciones Unidas. Hacen falta unas políticas
que realmente tengan como prioridad frenar las amenazas más urgentes, como son
el aumento del CO2 en la atmósfera, que ya está provocando un cambio climático
peligrosísimo, y la extinción masiva de especies, que están ligados.
Pero también hace falta que las conciencias de
las personas, a título individual, despierten y decidan cambiar su modo de vida.
Si nadie quisiera comer carne todos los días en todas las comidas, si nadie
quisiera un teléfono móvil cada 6 meses, si nadie cogiera el coche para
desplazarse a cualquier sitio cercano, si nadie aceptase comprar comida
procedente de la otra punta del planeta, si nadie necesitase renovar su armario
cada temporada,… el mundo sería sin duda mucho más diferente y no estaríamos
preocupándonos por el calentamiento global, la desertificación o el aumento de
las enfermedades respiratorias en las ciudades por culpa de la contaminación
atmosférica.
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Hablando
de atletismo. ¿Consideras que han quedado atrás los problemas físicos que no te
han dejado rendir como te habría gustado en los últimos tiempos?
Han sido unos meses muy duros. Desde que en
junio me fracturé el segundo metatarso del pie izquierdo todo han sido
problemas relacionados con esto y nos hemos dado de bruces varias veces mi
entrenador y yo con una realidad que no esperábamos cada vez que ha surgido
algún imprevisto nuevo en forma de dolor o inflamación. Hemos aprendido
muchísimo durante este tiempo y nos ha costado ir perdiéndole el miedo a las
lesiones que siempre acechan, pero parece que por fin vemos la luz y cada día
estamos más contentos y seguros de que ya estamos saliendo del agujero. Hace
muchas semanas, varios meses, que no me duele el pie y cada semana añadimos un
factor más que poco a poco me va acercando al estado de forma que buscamos.
Todavía no me he puesto los clavos, aunque ya queda poco, pero cada día me
encuentro mejor y con más ganas de volver a competir al nivel que quiero. Si
algo hemos aprendido en estos meses es que las prisas no sirven para nada y que
siempre acaban pasando factura, así que ahora mismo trabajamos, paso a paso,
sentando unas bases muy sólidas y en busca de mi mejor versión hasta la fecha.
Si lo conseguimos, todo lo demás vendrá solo.
¿Cuál es
tu objetivo prioritario para la temporada estival en la que ya nos encontramos?
Esta temporada mi objetivo principal es, como
acabo de decir, conseguir mi mejor versión. Creo que no se puede trabajar con
otra cosa en mente que no sea mejorar, llegar a conseguir lo que aún no has
conseguido. Y también creo que, de esa manera, viene todo lo demás: mínimas,
clasificaciones, victorias,… Este verano hay un Campeonato del Mundo en el que
quiero estar, en Doha, y para ello hay que trabajar mucho, que es lo que estoy
haciendo ya con todas mis ganas y mi dedicación.
¿Tienes
ya claro en qué competiciones vas a tratar de lograr la puesta a punto ideal?
Por el momento sigo centrada en el 5000m, que
es una prueba que me encanta, que disfruto y en la que quiero mejorar mi marca
y ser más competitiva. Es en esta distancia en la que buscaré un buen registro
este año.
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¿Nos
puedes contar cómo es la vida de una atleta profesional?
Es una vida que gira en torno al rendimiento
deportivo y, por tanto, al cuidado físico y mental constante de una misma.
Teniendo claro por qué lo haces, cuáles son los objetivos, tiene mucho sentido,
ya que no se puede alcanzar la excelencia deportiva de otra manera, pero desde
fuera puede parecer que nos puede el egoísmo, y quizá a veces es así. En mi
caso, he elegido quedarme en mi ciudad, lo que significa que he buscado un
lugar donde vivir tranquila y todo un equipo técnico que me ayuda a mantener
este ritmo de vida: fisioterapeutas, nutricionista, psicólogo, médico,
preparador y, por supuesto, un entrenador.
Al vivir en una ciudad, en mi día a día tengo que hacer la compra, limpiar
la casa y encargarme de muchos asuntos, como el resto del mundo, vamos, pero es
diferente de la vida que podría llevar en un centro de alto rendimiento. Y me
gusta que sea así, porque, incluso para mi rendimiento, creo que es bueno tener
los pies en el suelo y recordar que hay toda una vida más allá del deporte,
aunque ahora esté completamente centrada en él. Un atleta profesional tiene que
tener claro lo que quiere y, de esa forma, es posible llevar esta vida en la
que, básicamente, dormimos, comemos, entrenamos y descansamos. La cabeza tiene
que estar bien para rendir, y por eso también es necesario romper la rutina de
vez en cuando y, por supuesto, relacionarse con gente y salir, para lo que no
tenemos muchísimo tiempo, pero sí que sacamos el necesario. Es una vida que te
enseña mucho, pero para la que tienes que tener claros los motivos para
elegirla si quieres que valga la pena.
¿Alguna
vez llegaste a pensar que esto llegaría algún día?
No lo pensé hasta que llegó. Yo hacía atletismo
buscando siempre una mejor versión de mí misma. Ese afán de superación y esa
persecución de la mejora son lo que no me permitían dejarlo pese a que me lo
planteé muchas veces, cuando sentía que le dedicaba mucho tiempo a algo que
quizá no iba a dar más frutos. Probablemente durante todos esos años tenía el
conflicto de querer mejorar, pero no creerme capaz de ello. Por eso, aunque ni
yo misma defiendo este tipo de pensamiento tan simplista y poco realista de “si
crees en ti, todo llegará”, en ocasiones creer en una misma es lo único que
hace falta para dar un salto que marque una gran diferencia. En mi caso, como
ya he contado muchas veces, fue mi entrenador, Javier Cañadillas, quien me dijo
que creía en mí y empezó a entrenarme de manera individualizada para sacar lo
mejor de mí, porque realmente creía que había algo aún por explotar. Que
alguien así llegase y creyese en mí más que yo misma fue clave para cambiar por
dentro y por fuera y convertirme en una atleta ambiciosa y competitiva. Aún nos
falta mucho por hacer y por conseguir, pero ahora creemos firmemente en que,
con trabajo, aún podemos seguir creciendo.
Para que esto llegase, ha habido más personas
que han tenido que creer en mí y darme oportunidades. Una de las primeras fue
Fernando Seoane-Pampín, quien me llamó, justo cuando iba a irme a estudiar al
extranjero, para que pasara a formar parte de su equipo de chicas que tantos
éxitos cosecha por toda España. Recuerdo perfectamente nuestra primera
conversación y no puedo estarle más agradecida por todo lo que he podido vivir
gracias a él en este deporte.
Y actualmente, si puedo dedicarme al atletismo
es gracias a mi club actual y principal patrocinador, Adidas España, que
decidió apostar por mí y es una verdadera fortuna formar parte de su equipo,
donde no nos falta de nada.
La verdad es que no me puedo quejar y sé que
soy una afortunada. Tanto la federación como mi ciudad me muestran cariño y
preocupación y todavía es casi un sueño haber llegado hasta aquí. En
Guadalajara me patrocina desde este año el concesionario Auracar que me ha
proporcionado mi primer coche, y desde el ayuntamiento procuran que nunca me
falten instalaciones. Antes no lo imaginaba y ahora lo agradezco mucho.
¿Qué es
lo más fácil y qué lo más complicado de ser atleta 24 horas al día y 7 días a
la semana?
Imagino que habrá muchos casos diferentes, pues
la realidad es que no todos los atletas vivimos en las mismas circunstancias y
pocos pueden serlo 24/7, aunque luego los resultados sean los de alguien que sí
puede (de ahí el mérito). En mi caso, lo más fácil es que llevo una vida
relativamente sencilla en muchos sentidos. No tengo una familia que cuidar, no
llego por los pelos a fin de mes, no tengo que estar 8 horas o más trabajando
bajo la supervisión de alguien que me exija unos resultados y en un lugar que no
me gusta y el tiempo, dentro de unos límites (bastante limitados), puedo
gestionarlo yo y adaptarlo a situaciones puntuales en las que puedo cambiar la
hora de entrenar o de ir al fisio, por ejemplo. Además de todo eso, lo fácil es
que es una vida que yo he elegido y que me permite hacer lo que me gusta,
aquello para lo que ahora mismo estoy más motivada y en lo que tengo puestas
mis ilusiones, lo cual llena mucho y sé que es algo que pocas personas se
pueden permitir aunque quisieran hacerlo, porque es fruto de muchas
coincidencias y circunstancias muy específicas.
Lo más complicado de esta vida es que es muy
restrictiva y que está sujeta, en una proporción difícil de medir, a la suerte
o el azar. Es restrictiva porque hay muchas cosas que no puedes hacer y que
para “el resto de los mortales” forma parte de su día a día, lo cual te aísla
un poco del resto. Hay que dormir ciertas horas, hay que comer (o, mejor dicho,
no comer y no beber) ciertas cosas, hay rutinas que no te puedes saltar y, pase
lo que pase, hay que darle caña al cuerpo si quieres resultados. Además, por
mucho que trabajes y sigas a rajatabla todas las pautas de “lo que debes
hacer”, hay algo que, en cierta medida, no podemos controlar, y es que nos pase
algo físicamente que no nos permita entrenar: una enfermedad, una lesión
entrenando, un accidente en cualquier otro momento del día,… pueden acabar con
todo el trabajo bien hecho, con grandes objetivos decisivos o incluso con toda
una carrera deportiva. Es un riesgo con el que hay que aprender a convivir.
Foto Ana Lozano
Tú formas
parte de un grupo de entrenamiento muy heterogéneo, el Kaña´s Team. ¿Cómo te
sientes entrenando con gente de tu tierra y de diferentes edades?
Es una gran suerte poder entrenar en casa al
máximo nivel y es gracias a este grupo que poco a poco ha ido formando Javier
Cañadillas en Guadalajara. En un principio éramos gente de Guadalajara y
alrededores, pero este año se han sumado dos chicas, Andrea y Alicia, que son
de otros pueblos de Castilla-La Mancha, y también está Alba, que es de Gijón, y
es un gustazo ver cómo el grupo crece. Un grupo tan diverso y de gente que está
empezando genera un ambiente muy distendido en el que se trabaja seriamente
cuando toca, pero que no gira solo en torno al deporte de competición y eso
ayuda a algo que valoro y que ya he comentado antes, que es poder mantener los
pies en el suelo pase lo que pase. Además, aunque están empezando, hay algunos
chicos que ya van creciendo y van por delante en las series, sobre todo en las
cortas, y eso me asegura tener un grupo estupendo donde poder entrenar para
rendir bien en las competiciones. Todos los del grupo somos muy afortunados de
haber dado con un entrenador como Javi, que es un apasionado de este deporte y
trata de sacar lo mejor de cada uno de nosotros cada día en la pista.
Foto Ana Lozano
Foto Ana Lozano
¿Alguna
vez has estado tentada de marcharte a alguno de los centros de alto rendimiento
de nuestro país?
Nunca he sentido esa llamada. Por el momento el
atletismo es algo que quiero que esté integrado en la vida que quiero llevar,
que por ahora no pasa por dejarlo todo y entrar en una residencia y empezar de
cero con un nuevo entrenador, sobre todo cuando sé que con Javi puedo seguir
explotando mis cualidades y confío en que aún nos queda mucho por crecer
juntos.
Cuando las cosas se han torcido mucho, como
este invierno, he podido llegar a valorar los servicios y la atención que
podría estar recibiendo en un centro de alto rendimiento: fisios disponibles
casi a todas horas (aunque también tienen horarios), todos los medios
necesarios para la rehabilitación y la recuperación, despreocupación a la hora
de hacer las cosas de la casa, que te deja más tiempo para dedicarlo a tus
cuidados, entrenos y recuperaciones,… en fin, las ventajas de un CAR, que por
ello existen. De hecho, en momentos determinados he recurrido a estos servicios
de la federación y es una maravilla. Sin embargo, en cuanto pienso en el lado
mental y anímico, sigo creyendo que estoy donde tengo que estar, tranquila en
mi casa y, además, los profesionales que me rodean en Guadalajara llegan a
tener una dedicación tal que normalmente la red que hemos tejido tiene poco que
envidiar a la de un CAR.
¿Hay
mucho material de futuro entre tus "compis" de grupo?
Hay mucho potencial en el Kañateam, y no lo
digo porque los quiera mucho, aunque también. Javi nos cuida y, como ya he
dicho, sabe sacar lo mejor de nosotros, sin pasarse, sin prisas, sin saltarse
ninguna etapa, es una suerte. En el grupo ya tenemos a un campeón de España
cadete y una subcampeona de España junior que hace poco ha vivido su primera
internacionalidad. Además, hay chicos que ya han ido a varios campeonatos de
España y tenemos unos cuantos triatletas que también van muy bien en lo suyo.
Eso sí, por encima de la calidad deportiva, me quedo con cómo son como
personas, porque valen muchísimo.
Foto Ana Lozano
¿Desde
cuándo estás tú entrenando bajo la batuta de Javier Cañadillas? ¿Cómo llegaste
a él o fue al revés?
Este dúo echó a andar en la temporada
2014-2015, que es en la que me fui a estudiar fuera. Nos conocimos la temporada
anterior, cuando Javi volvía a las pistas después de 13 años sin correr y
estaba a punto de terminar el último nivel de entrenador de atletismo. Nos
presentó un amigo en común, pero fue una decisión mutua. Por mis circunstancias
y sus ganas, era el momento perfecto para iniciar esa aventura que aún hoy nos
ilusiona como el primer día, pues lo vivimos con mucha ilusión.
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En estos
momentos formas parte de la familia Adidas. ¿Cómo se siente una atleta de tu
nivel al estar respaldada por una firma como la alemana?
Como ya he dicho antes, me siento
afortunadísima de que Adidas apostase por mí y les estaré siempre muy
agradecida. Gracias a su apoyo puedo dedicarme a ello plenamente y con la
tranquilidad de saber que cuento con ellos. Soy consciente de que no hay muchos
atletas en esta situación y por eso lo valoro aún más. Como bien has dicho, son
una familia, una muy profesional, pero también humana, y para mí eso es
importantísimo a la hora de trabajar. Su compromiso en enorme y eso se nota.
Cuando apuestan por un atleta, lo hacen sabiendo lo complicado que es nuestro
deporte y a la vista está, con casos como los de Celia Antón, quien mantuvo su
apoyo durante esos duros años de lesiones, o Diana Martín, que no sufrió ningún
rechazo durante su embarazo, como sucede, por desgracia, con muchas deportistas
en la actualidad. Son un ejemplo de compromiso y profesionalidad ejemplar.
Además, puedo decir que ya les tengo mucho cariño.
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¿Eres muy
maniática o friki a la hora de elegir zapatillas para entrenar y competir?
Considero que no lo soy, pero sí que es cierto
que cuando doy con un modelo que me gusta procuro ceñirme a él. Uso distintos
tipos de zapatilla para distintos entrenamientos y competiciones y eso me gusta
cumplirlo. Los rodajes con las de rodar, los cambios con algunas más ligeras,
en la pista me encanta meter clavos, en fin, lo normal, supongo. Me sienta muy
mal cuando se me olvida echar las zapatillas que debía usar ese día y me toca
usar otras (algo que me sucede con más frecuencia de lo que me gustaría…).
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Tu evolución
ha ido del mediofondo al fondo. Ahora caminas entre el 5000 y el 10000. ¿Has
sentido alguna vez la llamada de distancias más largas?
Aunque durante muchos años hice 1500 y me sigue
encantando, no soy, claramente, una mediofondista. Sé que soy fondista y me
encanta, porque me permite correr muchas distancias y modalidades (cross, ruta,
pista) y en el 5000 he encontrado una distancia que, por ahora, se ajusta muy
bien a mis cualidades. Considero que aún no he corrido nunca un 10000
habiéndolo preparado, así que lo que tengo en mente para el futuro más cercano
(aunque no inmediato) es preparar esa distancia y ver qué tal se me da. Las
distancias más largas todavía las veo muy lejos y creo que subiré cuando ya
haya exprimido las más cortas, pero no rechazo correrlas más adelante porque
creo que las disfrutaría.
Por tu
forma de correr puede parecer que te puede ir bien competir en medias, incluso
en maratones. ¿Lo ves tú del mismo modo?
La verdad es que no lo tengo claro. No veo que
mi zancada sea tan eficiente como las de las maratonianas puras, que tienen ese
correr tan firme, con una cadencia muy regular y mayor frecuencia, pero tendría
que probarlo y ver si me adapto bien. Quién sabe, ojalá pueda decir que aún me
queda todo ese recorrido por delante. Creo que, a nivel psicológico, sí que
podría afrontar tanto la preparación como la competición, que incluso me
atraen, pero, como digo, lo veo muy lejano.
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Dicen por
ahí que el atletismo español está cambiando. ¿Lo has observado tú estando
dentro?
Se puede decir que yo llegué al inicio de un
gran cambio, cuando se estaba retirando o se acababa de retirar toda una
generación de grandes atletas que habían dado muy buenos resultados al atletismo
español. Aún pude estar presente en las últimas competiciones de Ruth Beitia o
Nuria Fernández. Mi generación fue la de la renovación del atletismo español y
se nos caracterizó por estar más formados académicamente y traer frescura a la
selección, supongo que por la juventud, la novedad y las ganas enormes de
realizar grandes gestas como las de las anteriores generaciones. Parece que
nosotros tenemos otra idea del deporte porque sabemos que no vamos a poder
vivir de él siempre y por eso hemos apostado por tener una formación que nos
permita entrar en el mundo laboral cuando se acabe nuestra carrera deportiva.
Supongo que son otros tiempos. También se dice a veces que hace falta que demos
aún algún paso más a nivel de resultados, que no destacamos tanto como antes,
pero creo que, también en ese sentido, son otros tiempo y que hay que dar
tiempo al tiempo y dejar que muchos atletas aún maduren. De hecho, aún no se ha
consolidado mi generación y ya está llegando otra nueva, de gente mucho más
joven que viene pisando fuerte y que probablemente vuelva a darle un aire nuevo
a la selección. Esto me hace darme cuenta de que, quizá, cada pocos años
tenemos esa sensación de cambio, de renovación, que realmente es un proceso
interminable que se alimenta con los jóvenes que van entrando sin parar, y que
es maravilloso para la salud de nuestro deporte. Las grandes gestas llegarán
cuando toque, cuando se junte todo lo necesario en una o varias personas para
que eso tan complicado suceda, porque no se pueden tener campeones olímpicos
todos los días. Mientras tanto, en mi generación hay muchas personas que están
trabajando muy duro y en las que veo el potencial de que nos den a todos muchas
alegrías. Como ya he dicho otras veces, para mí es un orgullo formar parte de
esta generación y me siento parte de ella tanto por los valores como por las
ganas y el deseo de dar lo mejor de mí. Confío en que aún puedo dar mucho.
¿Qué
crees que puede faltar al atletismo actual? ¿Y qué le sobra?
Me resulta muy complicado hacer este tipo de
evaluaciones, porque creo que entiendo lo complicado que es gestionar todo un
deporte a nivel nacional y yo no tengo mucha idea de cómo se hace.
Por ser un deporte minoritario, le faltan
recursos, que nunca están de más y sobre todo a nivel local vemos que aún hay
muchos lugares y clubes a los que les faltan instalaciones adecuadas, material
y financiación. El atletismo se mueve por la pasión enorme que genera en
quienes se implican con él, eso lo vemos todos los que estamos dentro y, aunque
es muy bonito y digno de admirar, no debería ser así cuando luego a nivel
nacional se esperan resultados. Sin recursos, lo primero que se tambalean son
las bases, que son la inversión para el futuro del deporte.
También tengo la impresión de que, en general
(aunque hay muchas excepciones) nos falta cultura de nuestro propio deporte. Es
un mal que nos afecta a las personas en todos los ámbitos siempre, la falta de
perspectiva, el no conocer nuestro pasado, lo que nos impide valorar o
comprender el presente, y creo que también sucede en nuestro deporte. Los
jóvenes olvidamos o no conocemos capítulos muy importantes de la historia del
atletismo, por magníficos o por terribles, y eso nos hace comprender menos
ciertos símbolos o tradiciones que, al final, son cultura que nosotros
deberíamos mantener. Creo que conocer mejor nuestro deporte también nos hace
mantener sus valores, que creo que es de lo mejor que tiene el atletismo.
En cuanto a lo que le sobra al atletismo, me
cuesta incluso más responder. Creo que hay que tener cuidado a la hora de
innovar, sobre todo en las competiciones internacionales a las que se les está
intentando dar un carácter de espectáculo. Estoy de acuerdo en que hay que
intentar atraer a más público a nuestras competiciones y espectadores en televisión,
pero creo que es un error hacerlo a costa de la estructura que siempre han
tenido nuestras competiciones. Limitar el número de atletas que pasan a una
final o eliminar las carreras más largas para que encajen en el horario de la
televisión nos perjudica a quienes nos dedicamos a ello. Creo que, como ya he
dicho antes, para disfrutar del atletismo hay que conocer la cultura de este
deporte, que pasa por saber disfrutar de una carrera de 25 vueltas a la pista o
de apreciar una final de lanzamientos con todos sus lanzadores batiéndose en
duelo.
Foto Sportmedia